Resumen
Un preso yemení de este famoso centro carcelario fue encontrado muerto en su celda “inconsciente y sin respiración” aparentemente de un suicidio, según declara la cadena televisiva CNN citando a fuentes militares. Las labores de reanimación cardiopulmonar realizadas por el personal sanitario del centro fueron infructuosas y la muerte se certificó minutos más tarde por el médico de este centro. El cuerpo será sometido a autopsia aunque un portavoz militar insistió en que el preso no se ahorcó, sea como fuere, las pruebas forenses hablarán por si solas.
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El recluso, Mohamed Ahmad Abdala Sahid, participante de las guerras contra los talibán y trasladado al penitenciario en septiembre de 2007, engrosa así la lista de suicidios de Guantánamo desde que abriera sus puertas a principios del 2002, ya son ocho los muertos en este penal, cinco de esas defunciones confirmadas como suicidios. "Se está realizando una investigación para determinar las circunstancias exactas de lo sucedido", aseguró una portavoz del Servicio Naval de Investigación Criminal (NCIS); el caso es que de confirmarse este suicidio sería otro caso más a sumar al ya de por sí polémico mandato de Obama en lo que a la gestión de Guantánamo y la Guerra de Iraq se refiere.
Las muertes de los presos afganos han sido analizadas de diferentes maneras en diversos sectores sociales: para las organizaciones de derechos humanos estas muertes serían hechos más o menos aislados procedentes de personas que tenían escasas posibilidades de obtener un juicio favorable o de ser liberados, entendiendo en este caso el suicidio como la única manera de poner fin a su estancia en la cárcel. Este nuevo suicidio llega justo en un punto en el que la tensión es aún más notable si cabe y cuando la valoración psicológica de muchos presos parece tomarse más en cuenta, especialmente en aquellos casos especialmente vulnerables o con claras intenciones suicidas. De momento, la cifra de sospechosos de terrorismo encarcelados en Guantánamo supera los 200 individuos, es por ello que las amenazas de nuevas actuaciones suicidas deben ser tenidas en cuenta para de este modo no acrecentar la tensión entre los muros de la prisión o propiciar los intentos de suicidios colectivos como se intentó ya en 2006.