Diario de un preventivo (30)

Al famoso banquero Marino Marqués, lo han cambiado de módulo a raíz de la intentona fracasada del Edu por tomarle unas fotos para la revista Interfui. Tampoco cambia nada, ya que apenas lo veíamos. De cuando en cuando pasaba por el patio, pero el resto del tiempo estaba en su destino, o en su celda, o visitando al director o haciendo vis a vis con su parienta.

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Sí, el menda tiene todas las semanas vis a vis, y sus comunicaciones por cristal se han convertido en vis a vis, ya que las realiza en los espacios de los familiares. La peña lo tiene atragantado por esas prebendas que recibe. Los funcionarios también, porque tragan con las órdenes del director, y han de tratarlo como a un privilegiado, como lo que es. Al Edu, con este cambio, se le ha quitado un peso de encima. Marqués no quería ni verlo, y no me extraña, después de la putada que mi compi le iba a hacer. Todo vuelve a la tranquilidad en el patio, todo menos las movidas del día a día. 

Hace un par de días hubo lluvia de pilas. Parece que Bach había recibido mercancía y su gente la hizo llegar a este patio. Uno de los compradores se llama Regis, y parece que aún no le ha pagado al Bach. Éste último, ni corto ni perezoso, ha puesto en funcionamiento su maquinaría de cobro. Debo ser parte de este entramado -y yo sin saberlo-, porque me ha hecho llegar una nota para que hable con el tal Regis. He de convencerlo para que pague entre hoy y mañana –día de peculio-, ya que si no se le va la vida en ello.

No sé que hacer. Está bien que Bach se portara bien conmigo en su día, pero hacer de cobrador  de un traqueto… no creo que sea una excelente idea. Sí al menda le ocurre algo y me denuncia, se me cae la melena. No obstante, no quiero quedar mal con Bach, por lo que lo haré de manera discreta.

Pregunto entre los compis por el menda. Me comentan que ha salido a comunicar, por lo que decido hablar con él mañana; espero no buscarme un marrón con esta gilipollez.