Resumen
Estremecedora. No se puede calificar de otra forma la noticia publicada recientemente en todos los medios de comunicación. El protagonista es el ciudadano alemán Holder J., de 32 años de edad. Los hechos han ocurrido en la localidad de Calviá (Mallorca). La Policía le ha detenido por la supuesta violación de dos de sus tres hijos y de dos hijos de su segunda pareja. La mayor de sus víctimas, tenía nueve años de edad, la menor, tres.
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Según la Policía, Holder J. violaba a los pequeños tanto en su vivienda como en el camarote de un yate de recreo que poseía. Grababa las agresiones sexuales y después las colgaba en internet en foros pedófilos. En esos foros se identificaba con el nick "Cooldaddy", traducido "papi guay". En esos foros ofrecía a los niños para que otros pederastas tuviesen relaciones sexuales con ellos. Ninguna de las dos madres de los pequeños sabía nada. Los agentes policiales reconocen que las declaraciones de los niños les han sobrecogido.
Nadie sospechaba de Holder J. Una llamada de la Policía alemana alertó a la española. El individuo tenía un antecedente por distribución de pornografía infantil en su país de origen y le habían localizado en un foro clandestino de internet para pederastas. En Calviá llevaba una vida completamente normal y disfrutaba de una buena posición social y económica.
¿Qué se esconde en la mente de personas como Holder J.? Evidentemente, estamos ante un individuo que padece un grave trastorno de la personalidad. Las personas que abusan sexualmente de los niños pueden albergar en su interior un aberrante y enfermizo cariño por ellos, pero Holder J. no abusaba de los pequeños. Su conducta era todavía más deleznable, les violaba. Es decir, les penetraba sexualmente. Lejos de avengorzarse de sus actos, se vanagloriaba de ellos, los exhibía. Es como si quisiese decir al resto de los pederastas del mundo "yo soy el campeón de los pedófilos, mirad lo que hago".
No estamos, por tanto, ante una persona tímida, retraída y reprimida sexualmente. Todo lo contrario, Holder J. se muestra orgulloso de sus actos. Seguramente, se trata de un hombre presumido, muy cuidadoso de su estética y disfruta de éxito con las mujeres. Sus aberraciones sexuales las asume con naturalidad y orgullo. Era plenamente consciente de su conducta criminal. Parece complicado que ningún psiquiatra o psicólogo forense pueda apreciar en él ninguna causa de inimputabilidad o seminimputabilidad porque da la sensación de que conocía plenamente la ilicitud de sus actos y que actuaba con arreglo a dicha comprensión.
El origen de su dramática desviación sexual parece tener su origen en el odio a los niños, un odio visceral e instalado en lo más profundo de su cerebro que probablemente se originó en su infancia y en su entorno escolar o familiar. Ese odio es de tal magnitud que no sólo busca hacerles daño sino humillarles y deshumanizarles, tratarles como mera mercancía sexual y demostrarles a ellos y al resto del mundo, que él es el amo y señor de sus vidas, que hace con ellos lo que le da la real gana.
Holden J. no ha reconocido ni confesado los hechos ni ante la Policía ni en el Juzgado de Instrucción, sin embargo el material probatorio incautado y las propias y estremecedoras declaraciones de los pequeños parecen constituir un abrumador arsenal probatorio que seguramente dará con este individuo en la cárcel durante muchos años. En prisión, su rehabilitación se antoja difícil, casi imposible. Pese a los esfuerzos desplegados por admirables criminólgos como Santiago Redondo Illescas en Cataluña, los métodos de tratamiento penitenciario rehabilitador de los delincuentes sexuales todavía no han alcanzado el esperado éxito. Aquí hay un inmenso y apasionante campo de investigación por desplegar.
Holden J. nos inspira a todos rechazo, rabia y una gran indignación, no es para menos. Sin embargo, Holden J. es una persona. Un hombre que ha cometido supuestamente unos delitos gravísimos contra los más inocentes e indefensos seres humanos, los niños. A esos niños les ha destrozado la larga vida que normalmente les quede. Probablemente, a Holden J. también le destrozaron la vida en su infancia. El hombre es un ser naturalmente social por lo que la conducta de Holden J. no responde a los parámetros de la naturaleza humana. La Audiencia Provincial de Palma de Mallorca le juzgará en su día, por eso mismo, porque es una persona. Sólo las personas pueden ser autores y víctimas de los delitos, y no sólo las personas sino todas las personas, incluidos nosotros. No podemos olvidarlo.