Resumen
"María del Mar Bermúdez, la madre de Sandra Palo, ha anunciado que tomará medidas contra el director de prisiones y el ministro de interior, alguien tiene que ser responsable porque el juez en la vista le ha quitado los cinco años de libertad vigilada cuando en los informes psicosociales demostraban que era un persona egocéntrica, antisocial, psicópata con nivel alto de reincidencia….y este señor se lo ha pasado por el forro de la chaqueta”
“Hay compromiso de Rajoy, de 2008 de cambiar la ley del menor pero mientras que no me demuestre lo contrario sigo sin creer en la justicia, tengo miedo y no me gustaría perder a nadie más de mi familia”.
Lo primero es que se debe demostrar la empatía que esta familia y esta madre merece, por mucho que estemos con ellos y comprendamos su dolor, nadie puede saber lo que significa que asesinen a tu hija, de esa forma tan cruel e inhumana.
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Para una víctima y más de un delito tan grave, es importante ver que se hace justicia y es totalmente normal, los sentimientos de dolor, ira, injusticia…máxime en este caso en el que los delincuentes, casi todos menores, han pasado poco tiempo cumpliendo condena y no han demostrado en ningún caso, remordimiento o responsabilización por el crimen tan horrendo que cometieron. Lo que debería haber sido un “viaje normal” de esta familia hacia la superación del delito o por lo menos la superación del dolor (porque claramente el asesinato de un ser querido, probablemente no se pueda olvidar nunca, pero si recordarlo sin tanto sufrimiento y angustia) no ha podido empezarse por cuanto, no han podido despojarse del rol de víctimas, y esto es porque sus expectativas de que se hiciera justicia, no se han visto cumplidas. Por eso, esta familia necesita centrar su dolor en algo concreto y para ellos, el objetivo es el cambio de la ley y su endurecimiento, lo que probablemente nunca han pensado es que si esto sucediera, tampoco se iban a sentir mejor, no sentirían que se ha hecho justicia…porque por muchos años que pasaran en prisión el dolor causado con la muerte de su hija no se va a borrar. La realidad demuestra que ni siquiera el sentimiento de devolver al delincuente algo de dolor, por todo el sufrimiento que causaron puede proporcionar a las víctimas una sensación de que al menos han sido compensados o mitigados en el daño que sufrieron.
Entonces muchos se preguntaran ¿qué hacer?
Tengo claro que la mayoría de las leyes que se ponen en entredicho o se cuestionan son buenas y adecuadas al espíritu de nuestro estado social y democrático de derecho. Sin embargo, lo que suele fallar es su aplicación, deberían ser las leyes las que se adapten a cada caso, a cada víctima y a cada infractor y no al contrario.
No es lo mismo un chico que se ve envuelto en una pelea en la que alguien acaba herido grave o incluso muerto, pero que se arrepiente, pide perdón y su pronostico es de reinserción favorable, con otro que tienen una larga trayectoria delictiva y que nunca ha mostrado sentimiento de arrepentimiento o de por lo menos asunción del daño que causó.
La diferencia será cómo se interviene con cada infractor, pero por supuesto que todos deben tener una oportunidad de tomar conciencia y responsabilizarse del delito que cometieron, porque al fin y al cabo, si conseguimos que esto suceda, los demás nos vamos a beneficiar porque habrá menos delincuentes cometiendo crimenes y menos personas se convertirán en nuevas víctimas, evitando que sufran el trauma de ser victima de un delito. Claramente esto es así, porque las penas y medidas de seguridad están orientadas hacia la reducación y reinserción social pero si en este caso concreto hay informes que demuestran que no están rehabilitados y además los devolvemos a su mismo entorno social ¿Con qué garantías los estamos reintegrando en la comunidad?
Si estamos hablando además de personas que eran menores de edad, con unas circunstancias personales y sociales que les hacían más proclives al delito, me pregunto si se habrá trabajado suficientemente con ellos para conseguir que fueran conscientes de la gravedad del delito que cometieron. Precisamente son las personas menores, las que tienen más probabilidad de que se puedan rehabilitar por cuanto su personalidad en formación, puede hacer que el cambio en su vida sea más drástico. Matza y Sykes ya elaboraron en su día, las llamadas técnicas de neutralización y son justificaciones que utilizan los delincuentes para con su conducta delictiva.
Estas justificaciones son las que hacen que algunos delincuentes (muchos menores) consideren sus delitos como algo lógico y por eso la labor individualizada de los profesionales debe tender a que se despojen de estas justificaciones. ¿Cuáles son?
Negación de la responsabilidad, el delincuente dirá que fue una “víctima” de las circunstancias y que fue empujado al delito (“no fue mi culpa”)
Negación de la lesión, muchos creen que su delito no causó daños o que la víctima podía permitírselo.
Condena de los que condenan, el delincuente piensa que los que les juzgan seguro que en su día hicieron cosas peores.
Apelación a lealtades superiores, muchos infractores se justifican diciendo que lo hicieron porque sus amigos estaban allí y no podían hacer otra cosa.
Estas justificaciones implican que no todos, pero muchos podrían recuperarse y vivir alejados del delito, si se trabajan suficientemente con ellos para que tomen real conciencia del daño que causaron.
El problema para muchos de nosotros, es la responsabilidad, en el sistema actual de justicia penal llamado retributivo, el infractor se enfrenta al sistema y debe someterse a las consecuencias punitivas impuestas por él, pero no tiene ningún papel activo, solo una responsabilidad pasiva por un acto cometido en el pasado.
Las prácticas restaurativas invitan al autor a tomar responsabilidad activa, participando en todo el proceso y haciendo gestos para reparar o compensar el delito. Esta responsabilidad activa no sólo es por el delito cometido en el pasado, sino que se orienta al futuro.
Esta debería ser la clave, combinar los principios de esta Justicia Restaurativa con intervenciones educativas, psicológicas y terapéuticas para de esta forma intentar mirar no solo al pasado sino al futuro, pensando en la sociedad en general y en que este delincuente más tarde o temprano volverá a ella, y por respeto a las generaciones futuras nuestra obligación es intentar que el que salga de prisión, lo haga como una persona nueva. Si no damos un papel activo al infractor ¿cómo podemos pensar que van a reflexionar y rehabilitarse? Además si creemos que muchos de ellos son recuperables ¿no deberían tener un castigo pero constructivo?
Por supuesto que para muchos delincuentes es más fácil cumplir condena, asumir los años de prisión pero sin hacer nada más, a muchos esto los coloca incluso en una posición de “víctimas del sistema”, que hace que las justificaciones de Matza y Sykes tomen más fuerza, pero si se cambia el chip y se les confronta con el daño, se les muestra que las víctimas son seres humanos y no objetos aleatorios y además se les da un papel activo durante todo el tiempo de cumplimiento de condena , estoy segura que muchos podrán ser rehabilitados. Con respecto a los que no se recuperan y mantienen su peligrosidad, habría que valorar en qué fallan los programas de tratamiento y rehabilitación o en qué medida son personas con problemas mentales que necesitan de otros cuidados, de otras alternativas que eviten su vuelta a la sociedad con el potencial peligro que esto puede conllevar.
Y respecto a las víctimas, si saben que además de cumplir su castigo, al menos algunos ha podido ver el daño que causaron y que es más probable que no vuelva a existir otras víctimas, porque no volverán a delinquir, entonces al menos si sentirán que se ha hecho justicia y que otras personas no sufrirán lo que ellas sufrieron. Entonces su lucha y su dolor, si habrá valido la pena.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.