Resumen
El presidente del banco Novagalicia y su consejero delegado explicaron en una conferencia de prensa, el contenido del decálogo que denominan: “nuestro compromiso con Galicia” y las razones para pedir perdón. Sobre esta razones explicó que se centran en la venta de participaciones preferentes, en inversiones sin la prudencia precisa y las indemnizaciones a ex directivos…”
Lo primero que se me viene a la cabeza es que está clarísimo; lo de pedir perdón está de moda. Tristemente está de moda, digo tristemente porque lo que puede ser algo bueno si este perdón es real y serio, puede acabar siendo una “barrera de escape” tanto para delincuentes de los que van a la cárcel como para delincuentes de los que no “suelen pasar por prisión”.
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El tema del perdón, ya se ha venido tratando con los famosos encuentros restaurativos entre víctimas y terroristas, haciendo muchas veces que este perdón pareciera ser el objetivo final de la Justicia Restaurativa. Esto es un terrible error por cuanto el pedir perdón y la aceptación es algo personal de cada persona. El centro de la Justicia Restaurativa es el dialogo y la asunción de responsabilidad por parte del infractor, esto es claro, lo que ocurre es que generalmente después de la asunción de responsabilidad por parte del delincuente, el perdón suele venir solo. Tampoco este perdón es un concepto religioso exclusivamente, como algún delincuente puso de excusa para no pedirlo. El perdón puede tener connotaciones religiosas para los que son creyentes pero para los que no son tan religiosos, este perdón es un valor ético que toda persona de “bien” debe tener en cuenta, especialmente si se ha hecho algo mal. No obstante, pedir perdón es fácil, muy fácil pero ¿Cómo saber que es sincero este perdón?
En cualquier ámbito de la vida, el perdón será mejor recibido si va acompañado de un acto de reparación moral o material, si es posible. Y por supuesto, tratándose de delitos, pedir perdón puede ser un paso importante que otorgue a las víctimas la importancia y el reconocimiento que merecen. Sin embargo, si nos basamos en la Justicia Restaurativa, ésta requiere algo más importante, la responsabilización del delincuente, que éste diga: “sé que hice algo mal, y por eso quiero reparar o compensar el daño como prueba precisamente de este arrepentimiento”.
Se trata de “restaurar”, este término puede plantear problemas en delitos como el homicidio, porque los asesinados nunca van a volver, por lo que restaurar se hace más complicado aunque lo que si se puede es mitigar, aliviar o aminorar el daño.
Pero precisamente en delitos contra el patrimonio, como el caso que he relatado, “restauración” cobra sentido literal y se trataría de devolver a las victimas, a su situación anterior antes de sufrir el perjuicio.
Se agradecen las disculpas de los encargados de este banco, y para colmo se les ha dado publicidad como si fuera un acto que les engrandece, puede ser así, pero en sus manos esta que las disculpas vengan seguidas por la reparación a sus afectados, es decir restaurándoles, devolviéndolos el dinero que les “robaron” y que para muchos son los ahorros de toda una vida. Incluso muchos opinan que a estos infractores “de guante blanco” se les debiera exigir un plus porque para estas personas devolver el dinero, no les supone ningún esfuerzo y además han abusado de la confianza y la buena voluntad de muchos ciudadanos. Debiera calificarse estos casos, de robo con fuerza, porque si bien es cierto que a las victimas no se las puso ningún arma en el pecho, ni se las obligó violentamente, si se valieron de un arma psicológica, aprovechándose de los escasos conocimientos de los ciudadanos, engañandolos vilmente.
Resulta muy curioso, ver cómo aunque nuestra constitución reconoce la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y el sistema de justicia penal en teoría trata a todos los infractores de la misma manera, gracias al principio de legalidad, la práctica demuestra que no es así, y muchos tenemos la sensación que los que roban a “mansalva”, tienen menos posibilidades de ir a la cárcel que los ladrones de poca monta. Además, a los que hurtan poco dinero los califican de “ladrones” y los que sustraen inmensas cantidades de dinero son cualquier cosa menos ladrones. ¿A quién tenemos que tener más miedo? ¿Quién son más difíciles de reinsertar?
Para mi, son más peligrosos aquellos que se atreven a jugar con el dinero de la comunidad y que lo hacen por avaricia, por querer más y más dinero y para poder llevar una vida llena de lujos y despilfarros, que aquellos que roban simplemente para vivir o malvivir. Todos por supuesto merecen reproche, pero al menos los primeros deberían tener un plus, que los haga evitar caer otra vez en la tentación. Porque quién se atreve a robar de esta forma, aprovechando su cargo o posición ¿podemos tener la seguridad que ante la mínima posibilidad no volverán a repetir su conducta? Es complicado y además como generalmente sus delitos tienen como motivación la avaricia desmedida y la “enfermedad del poder”, no sé que clase de tratamiento de rehabilitación deberían tener.
Por eso la Justicia Restaurativa, es más justa y más humana porque cada delito lo aborda de forma personalizada y atendiendo qué se debe hacer para que las víctimas se sientan satisfechas. Si de verdad se arrepienten de la gestión fraudulenta, todos los responsables de Novagalicia deberían enfrentar a los afectados, reconocer que obraron mal y devolverles lo sustraído, no es necesario que pidan disculpas porque si verdaderamente hicieran todo lo anterior, estoy segura que la mayoría de los afectados les perdonarían.
Lo que no se puede consentir es que con pedir perdón, crean que ya han cumplido, todo lo contrario, es necesario reparar el daño y de paso que prometan no volver a caer en lo mismo cuando todo se haya olvidado o la crisis parezca lejana. Sólo así, las víctimas recobraran tranquilidad y todos los demás podremos sentir que de verdad, la justicia existe y no es una “quimera”. ¿Soñadora? Puede ser pero con los valores de esta Justicia Restaurativa o Restauradora, esto puede ser posible.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.