Resumen
También esta semana pasada las personas con discapacidad en nuestro país se han echado a la calle exigiendo al gobierno que deje de recortarles no sólo su dinero sino también sus derechos, una manifestación multitudinaria y asombrosa por lo poco corriente, ya que nunca antes lo habían hecho, al menos no juntos, uniendo sus voces en un solo clamor.
La manifestación de las personas que sufren discapacidad y de sus familias tiene un trasfondo más doloroso y real que aquel que se nos quiere hacer ver, porque esta protesta masiva no es sólo por dinero y recortes, que también evidentemente, esta protesta se sitúa en el plano de la pérdida de derechos cuando se nace.
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El sr. ministro, nada más poner un pie en el ministerio, proclamó a los cuatro vientos la violencia estructural de género que sufrían las mujeres embarazadas, declamó contra la ley del aborto y prometió que cumpliría lo dicho durante las elecciones: que cambiaría la ley de plazos por una ley de supuestos (debe de ser la única promesa que a estas alturas y harturas no han roto) y fue más lejos añadiendo que eliminaría el supuesto de malformación del feto como causa de aborto.
Al sr. ministro se le llenaba la boca explicando los motivos de eliminar dicho supuesto, que el feto ya es un bebé desde el momento de su concepción, que es una aberración abortar y sobre todo que los bebés con malformaciones tienen los mismos derechos que los bebés sanos y que el gobierno se encargaría de esto fuera así.
Sí que lo hará, convirtiendo de nuevo a las mujeres en delincuentes, haciendo que recaiga sobre ellas el dedo acusador de la sociedad, obligándolas a convertirse en clandestinas y arriesgando su propia vida, decidiendo desde un despacho cómodo y sin problemas monetarios, familiares, sociales, sanitarios… quién debe y cómo tener un bebé.
Eso sí, la preocupación desaparece en cuanto ese bebé nace y se enfrenta a su realidad discapacitada, todos esos derechos que el feto cuando se está gestando tiene los pierde al nacer, recorte de ayudas económicas para atenuar los gastos que conlleva tener un hija/o discapacitada/o, no hay asistencia psicológica que ayude a sobrellevar las palabras del médico que te diga que tu hija/o nunca caminará, nunca sonreirá, nunca te conocerá o tal vez nunca llegue a cumplir los 10 años; pero eso ya lo sabías tú y tu familia, porque mientras estabas gestando ya te dijeron que tu bebé nacería con malformaciones, que sería un bebé discapacitado y que aunque tu deber y deseo como progenitor es ofrecerle todo para que sea feliz, una persona independiente, nunca jamás podrá serlo; has tenido meses para hacerte a la idea de que toda tu vida (o parte de ella) estará consagrada a un ser al que amas con toda tu razón, tu alma y tu corazón pero que él nunca te corresponderá o no sabrás si lo hace.
Pero no puedes decir sobre su sufrimiento y el tuyo, no puedes decidir que no deseas una vida miserable para tu bebé, vida que no es tal, porque un bebé no tiene que atiborrarse a pastillas, ni pasar más tiempo en el hospital que jugando, porque un bebé no debería sufrir dolores que ni siquiera los adultos podrían tolerar, porque un bebé tiene derecho a tener un futuro sin la espada de Damocles siempre pendiente sobre su cabeza; porque tu bebé y tú tenéis el derecho a vivir felices y ser una familia como la del sr. que se sienta en su despacho y firma decretos y leyes que le afectan y le condenan.
Todos los derechos son de los niños antes de nacer, una vez nacen se pierden, como los hemos perdido los demás ciudadanos, como los estamos perdiendo, perdemos el derecho a una educación, una sanidad, una justicia igualitaria, libre y gratuita y ahora también perdemos el derecho a que nuestros hijos tengan un futuro, es nuestra obligación como padres procurarles un porvenir seguro, feliz, independiente y con todas las garantías, cuando me quitas mi derecho a decidir me quitas mi derecho a ser un buen padre, una buena madre, porque un buen padre y una buena madre no se caracterizan por la cantidad de horas que eres capaz de sacrificar por cuidar de tu hijo discapacitado, ni por todo a lo que estés dispuesto a renunciar por estar cuidando de él, ser un buen padre o una buena madre significa procurar a tu hijo los medios necesarios para que sea un ciudadano cabal, individual, sensato, capaz de sobrevivir por sus propios medios. Me robas mi derecho y mi deber de ser buen padre y buena madre cuando me robas la capacidad de decidir y me condenas y condenas a mi hijo a vivir una vida sin futuro (porque no intentes engañarme ni engañarnos, en la sociedad que vivimos, que estáis y estamos formando sólo los políticamente perfectos tienen posibilidades de lograr sobrevivir) y lo peor de todo es que te desentiendes de mi bebé en cuanto nace. Me obligas por ley a convertirme en delincuente si decido no condenar a mi hijo a una vida de sufrimiento y humillaciones y tu, y vosotros os dais media vuelta y seguís con vuestra vida perfecta de perfecta familia, sin importaros a aquellos a los que obligasteis a nacer.
Mi decisión es mía, mía y de mi familia, no tuya desde un despacho frío y aséptico, porque seré yo quien sufra cuando no tenga qué darle para comer porque no llegan las ayudas, seré yo quien que llore con él porque se duele de algo que no es capaz de comunicarme, seré yo quien se pase noches en vela simplemente mirándole y rezando para que siga respirando, seré yo quien nunca irá a su graduación, seré yo quien nunca le oirá pronunciar mamá o papá, seré yo quien se pregunte cada día qué será de él cuando yo falte, seré yo quien tenga que engañarle para que no vea sufrir por él, seré yo quien le coja de la mano en la fría habitación del hospital que ya se habrá convertido en su cuarto, seré yo quien se quede vacía de vida y sentimiento cuando tenga que enterrar su pequeño cuerpo en una cajita blanca, donde se entierran las almas puras que no han cometido ningún delito; por eso debería ser mi decisión, como lo era antes, como lo debería haber sido siempre, con qué derecho te adueñas de mi cuerpo, de mi vida, de mi futuro sufrimiento y del dolor de mi bebé, para luego abandonarnos a nuestra suerte?
No es fácil tomar la decisión de abortar, aunque muchos piensen lo contrario, pero es una decisión que debería ser tomada por la persona que va a sufrir las consecuencias de dicha decisión, nadie debería erigirse en inquisidor general y juzgar desde su moral la conducta de sus semejantes y menos aún utilizar palabras y expresiones de condena para justificar sus actos y después abandonar a su suerte a todos aquellos a los que ha obligado, como en este caso, a nacer.
El ministerio de justicia defiende los derechos de los bebés con malformaciones o discapacidades no nacidos y convierte a las mujeres que quieren abortar en delincuentes (legal, moral y socialmente, qué tiempos aquellos que ya creíamos haber enterrado en el pasado y retoman con más fuerza) pero en cuanto estos niños nacen y se convierten en ciudadanos, pierden todos los derechos, ellos reivindican su existencia y nosotros apoyamos todas y cada una de sus exigencias, en la manifestación del fin de semana nos hablaron muy alto y claro, escuchémosles cuando pueden expresarse y no sólo cuando aún no han nacido.
Bibliografía
Doctora en Sociología, especializada en desviación social y género.
Especialista en Investigación Criminal.
Apasionada de la justicia y la igualdad.
Intentando continuar la estela de las grandes mujeres y excepcionales penalistas Doña Concepción Arenal y Doña Victoria Kent en la creencia de que el delincuente (y la delincuente) es una persona y por ello su comportamiento y sus necesidades deben ser estudiados, conocidos y de ser posible (en la medida de lo posible) dar una respuesta y solución.