Resumen
Siempre ha existido un sentimiento en la sociedad, de que no hay justicia o al menos que esta justicia, no es igual para todos y cada uno de nosotros. Sin embargo, este sentimiento últimamente se ha reforzado. A esto ha ayudado los últimos casos de corrupción y otros similares, en los que hemos visto que “robar” mucho y siendo famoso, importante y/o de alta alcurnia es menos delito que aquel que lo hace por mucho menos y quizá guiado por la desesperanza o por circunstancias personales. Sin ánimo de justificar los delitos en general, esta desigualdad a la hora de tratar a los delincuentes, dependiendo de si son o no de los llamados “guante blanco”,es más que suficiente para “sonrojar” a aquellos que hablan de que la justicia, sí es igual para todos.
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El otro día, oí cómo alguien trataba de mostrar a la gente por qué una mujer debía entrar en la cárcel, cuando solo había robado un móvil, y es cierto según parece, que lo había hecho con violencia e intimidación y claro está poniéndonos en el lugar de la persona que sufrió la violencia, debe estar más castigado por el plus de peligro que ha sufrido la víctima del delito.
Sin embargo, si pensamos en todos los bancos y /o cajas que han defraudado a miles de personas, robándolos sus ahorros, o más bien los banqueros, ¿esto no es una violencia o intimidación, al menos moral? Yo creo que sí, puesto que se han aprovechado de su posición, de la relación de confianza e incluso de la buena fe de sus clientes para “robarlos”. Y esto ¿no es delito? ¿No deberían también entrar en prisión, por el plus de intimidación ejercida sobre sus víctimas?
Si la justicia fuera igual para todos ,no debería existir diferencias sustanciales. Pero además y para colmo, siendo más irreal la situación, el ladrón de guante blanco puede valerse del dinero que ha “amasado”, de forma ilegal y por sus comportamientos delictivos, para eludir la prisión provisional, eso sí, pagando una suma de dinero astronómica. Sin embargo, otros que no están a este nivel de posibilidades económicas, deben permanecer en prisión hasta el juicio. Estas diferencias clamorosas, por supuesto, que no pasan desapercibidas para nadie y tenemos claro que la justicia no es igual para todos. Y yo me pregunto ¿acaso debe ser igual?
Antes de contestar esta pregunta, me gustaría reflexionar sobre algo muy importante, y es que cada uno de nosotros somos diferentes a los demás, cada persona es el resultado de sus vivencias personales, de su entorno y de sus circunstancias, y por eso a cada víctima le afecta el delito de muy distinta forma, aun cuando hayan sufrido el mismo, de igual manera no todos los infractores delinquen por los mismos motivos, ni tan siquiera les impacta de igual forma, el posible daño que causen a la víctima.
Lo que quiero decir se ve claramente con un ejemplo, ¿debe ser la justicia igual para un delincuente que roba para tener una vida mejor , que el delincuente que teniendo dinero y poder roba por pura avaricia? Creo que no, y no me equivoco al decir que éste último debería tener más castigo.
Por eso, si concebimos que la justicia debe ser justa, valga la redundancia, esta debería tener en consideración las circunstancias de cada caso, teniendo en cuenta que el delito no es un montón de folios con un número sin más, sino que detrás de él, hay personas, unas que sufren un daño y otras que lo han causado.
Es necesario a la hora de abordar el delito, tener en cuenta el cómo ocurrió, por qué y cuáles son las circunstancias del delincuente y de la víctima (aspectos sociales, psicológicos, de relación, familiares, personales etc.). Debería ser una respuesta individualizada, para cada caso concreto. Quizá muchos estéis pensando que estoy diciendo una “barbaridad”, sin embargo, los clásicos lo tenían claro, como Ulpiano que definió justicia como la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo. Ulpiano adivinó que para que la justicia fuera adecuada, debiera abordarse el problema, en el caso de la justicia penal, el delito, de una manera individualizada, adecuada a cada caso así cada uno recibiría el castigo merecido y/o la reparación moral y/o económica adaptada a cada circunstancia y necesidades reales de las víctimas. Esto puede parecer difícil de conseguir, pero para eso, estamos defendiendo la Justicia Restaurativa. Si conseguimos incorporar los valores y principios de esta justicia restaurativa a la justicia penal actual, la estaremos nutriendo de humanidad y de las herramientas adecuadas para abordar el delito y sus consecuencias de una manera más satisfactoria para los directamente implicados y para la sociedad en general, como testigos del proceso penal e indirectamente afectados por cada delito que se comete.
Así, la justicia penal con enfoque restaurativo tendría en cuenta a la víctima durante todo el proceso, se la informaría de forma clara y sin formalismos ni vocabularios ininteligibles para la mayoría de los “mortales”, de la evolución de su caso, se la escucharía y se tendría en cuenta qué necesita para sentirse reparada, si quiere serlo y para afrontar las consecuencias del delito de una forma más digna. De la misma manera, tendría en cuenta el arrepentimiento sincero del infractor y si realmente quiere cambiar, podría tener una segunda oportunidad, una vez cumplidas sus obligaciones para con la víctima, y la sociedad. También ambos podrían participar en un encuentro restaurativo en la fórmula que fuere, si así lo necesitara la víctima (con independencia del delito sufrido y del lugar donde se cometió) y si lo acepta voluntariamente el infractor.
La justicia penal podría así, acercarse al ideal de Ulpiano de dar a cada uno lo suyo o más bien a cada uno, lo que merece.
Abordando el delito de esta forma, acudiendo al origen y el por qué, no solo se compensará a la víctima sino que también se podrán prevenir nuevos delitos, facilitando la reinserción tanto del infractor como de la víctima.
Como dice Johan Galtung (1998) “el crimen tiene su origen y una evolución, no puede existir una verdadera reparación hasta que no se identifiquen los problemas que subyacen”. Deberíamos, para esto cambiar el chip y no centrarnos en seguir la rigidez y frialdad de la justicia penal , sino en que se ha causado un daño a la víctima y a la comunidad, y el por qué este delincuente ha cometido el delito, si existe un por qué, para restaurar la paz y armonía social, reparar o mitigar el daño a las víctimas si así lo requieren e imponer un castigo al infractor, adecuado a sus circunstancias tanto antes, durante como después de cometer el delito.
Se trata de cambiar la “lente” para enfocar más a las personas y desenfocar un poco el proceso penal en sí mismo.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.