Resumen
¿Es el criminólogo un "animal solitario"? ¿O puede desarrollarse mejor trabajando en grupo? Estas son algunas de las preguntas que me hubiera gustado plantearme antes de terminar mis estudios de Criminología, pero que por varios motivos, no me vinieron a la mente.
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Imagino que uno de esos motivos fue que, casi siempre que se nos hablaba en clase acerca de nuestro futuro profesional, se hacía en forma individual, o a todo caso desempeñando un puesto dentro de alguno de los cuerpos policiales, pero siempre de manera aislada. También estaba el ejemplo del perito, pero en cualquier caso, la gran mayoría de alusiones al trabajo del criminólogo en la vida real, se entendían como una búsqueda y un camino que se recorren en solitario.
Hoy en día, tanto en la empresa privada como en los organismos e instituciones públicas, uno nunca se libra de trabajar con otras personas, bien porque comparte un departamento con otros compañeros, bien porque forma parte de una unidad y a su vez está dentro de una jerarquía, etc., pero éstos no dejan de ser puestos en los que el trabajador es como una célula de un gran organismo; uno hace su trabajo solo, aunque luego lo suma al de los demás para crear algo más grande.
No deja de ser curioso que uno de los requisitos más valorados en un trabajador, es la capacidad para trabajar en equipo, e incluso existe una cierta insistencia por parte de algunos profesores de universidad para que se hagan trabajos de investigación en grupo. Entonces, ¿porqué luego muchos de nosotros no relacionamos el ejercicio profesional del criminólogo con un trabajo grupal?
La respuesta es multifactorial, pero considero que una de las cuestiones clave es la falta de referencias en la vida real, bien por parte de compañeros de nuestro mismo gremio o bien porque no somos capaces de equipararnos a otro tipo de profesionales que, no es que encuentren deseable el hecho de trabajar en grupo, sino que lo necesitan.
Pongamos por ejemplo al psicólogo: si bien puede ejercer en solitario porque se ha labrado una amplia variedad de puestos y especialidades, no es raro que ejerza junto a otros de sus compañeros en un gabinete. Un ejemplo un poco más cercano a como personalmente considero que debe trabajar un criminólogo, es el caso de los abogados; la fórmula que más les ha ayudado a convertirse en profesionales necesarios y útiles para la sociedad, es el hecho de asociarse en bufetes, donde además de aunar esfuerzos, aúnan conocimientos, porque suele haber un abogado para cada especialidad.
Hablando un poco más concretamente, puedo decir que siempre imaginé que el camino a recorrer para convertirse en criminólogo pasaba por ser insistente, intentar diferenciarse del resto y también tener un poco de suerte, pero en realidad estaba ignorando una parte muy importante de lo que podría denominarse, nuestra naturaleza laboral: un equipo te hace mejor profesional.
Al iniciar mi carrera en solitario, a veces me sentía abrumada por no poder abarcar todas las especialidades que se supone que un criminólogo puede desarrollar (tarea imposible para un solo individuo). También había días en los que la motivación decaía o brillaba por su ausencia, y hubo momentos en los que hubiera necesitado que alguien me corrigiera o criticara constructivamente mi trabajo.
Cuando cambié mi condición de "animal solitario" para unirme a un grupo de criminólogos en un despacho, la visión que tenía del ejercicio profesional cambió radicalmente. Ahora me doy cuenta de lo que nos necesitamos como apoyo, como mentores, como compañeros ante las dificultades y en definitiva, como "manada". El trabajo se hace de manera conjunta, con lo que todos los errores y todos los aspectos mejorables quedan enseguida al descubierto, de modo que existe un flujo de mejora continua. Al compartir dudas y experiencias, el trabajo deja de ser trabajo para convertirse casi en una terapia, donde te das cuenta de tus debilidades y de tus puntos fuertes como profesional: los otros miembros del grupo son una referencia que te ayuda a reafirmarte y a definirte como criminólogo.
Antes de comenzar esta andadura grupal, a veces sentía que como individuo, no podía dar más de mi. El individualismo me estaba frenando, y hubo momentos de estancamiento que me llevaron a cometer errores y a entrar en una especie de círculo vicioso donde sentía que avanzaba pero sólo a medias. Esa sensación terminó con el trabajo en el despacho.
Es por ello que quisiera animar a todos los criminólogos a buscar apoyo en otro u otros compañeros. Seguramente hay un número idóneo de individuos para poder trabajar con fluidez y efectividad, pero sin duda, este tipo de uniones pueden mejorar mucho nuestra capacidad de trabajo y aportarnos una nueva visión de la Criminología.
En este momento no imagino cómo podría trabajar un criminólogo si no es con compañeros en los que delegar, con los que compartir la carga de trabajo y con los que poner sobre la mesa dudas y proyectos.
Si una de nuestras posibilidades laborales pasa por trabajar en despachos para conseguir clientes y aportar nuestros conocimientos a causas criminales, vamos a necesitar más que ganas de ser criminólogos, porque leer sumarios y ser capaz de rebatir informes forenses de otros profesionales no es una actividad que pueda realizar mucha gente en solitario. Ya no sólo por la enorme carga de trabajo que supone, sino porque varios pares de ojos ven mejor que dos, y el hecho de tener gente de confianza que puede revisar tu trabajo para mejorarlo es muy necesario antes de acudir a juicio, donde no sólo puedes encontrarte con cosas que no habías tenido en cuenta, sino que vas a encontrar a otros profesionales cuya labor es desmontar las conclusiones de tu informe.
Al mismo tiempo, y aunque nuestra labor no se vaya a desarrollar en un despacho, tener un compañero de batallas es crucial para nuestra salud mental y nuestra motivación. Además, compartir nuestros gustos e intereses criminológicos con otra persona, en pos de una salida laboral real, nos brinda más oportunidades de triunfar.
Termino con una frase de Isaac Newton que creo que puede aplicarse muy bien al trabajo en equipo, y es que "la unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del universo".
Bibliografía
Madrid / España - 1985
Carlota Barrios comenzó su andadura por el mundo de la Criminología en 2004, cuando inició los estudios universitarios que la llevarían a licenciarse en 2009 por la Universidad Camilo José Cela.
En la actualidad comparte sus trabajos de divulgación e investigaciones independientes a través de su web y actualiza habitualmente el blog 'Sociedad de conocedores del crimen', con el que pretende dar a conocer la Criminología y aportar su granito de arena al panorama criminológico español por medio de proyectos como el MEC (Mapa Español de la Criminología).
Los artículos que publica son una forma de dar salida a las ideas que se arremolinan en su cabeza, y que cobrarán la forma de iniciativas para promover la Criminología en España en un futuro próximo.