Resumen
A mediados del siglo pasado las explicaciones sobre la delincuencia femenina dejaron atrás una resistente defensa de las teorías biológicas que se iba tiñendo tímidamente con pinceladas sociales para entrar de lleno en teorías marcadamente sociales; estas teorías aparecieron en los años setenta y fueron en parte el reflejo de la influencia de los presupuestos defendidos por el Movimiento de Liberación de la Mujer, así como de las organizaciones que se ocuparon de la defensa de los Derechos Humanos.
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INVESTIGACIONES SOBRE LA FAMILIA Y LOS HOGARES DESUNIDOS
Desde las ciencias sociales e igualmente desde los estudios criminológicos se ha dado mucha importancia al papel que juega la familia en la génesis de la delincuencia, al ser considerada ésta como fuente principal de socialización de los sujetos. Así se ha argumentado de una forma general por parte de la mayoría de los autores que las chicas que desarrollan actividades delictivas provienen, con mayor frecuencia que los chicos, de familias desunidas.
La influencia del control familiar es mucho mayor tradicionalmente en las mujeres y por lo tanto su desorganización no puede afectar por igual a ambos sexos, a pesar de que tanto para la mujer como para el varón es una variable de extrema importancia. Los estudios sugieren que los hogares desunidos constituyen un factor predisposicional para el establecimiento de la conducta delictiva en la mujer porque ésta llega a formar parte de la delincuencia más por factores afectivos y emocionales que por factores exclusivamente de tipo económico, mientras que en el varón se manifiesta el hecho contrario; esta hipótesis se relaciona directamente con la tradición criminal de la mujer y es que antiguamente las mujeres desarrollaban fundamentalmente su actividad criminal dentro de lo que se denominaba el ámbito doméstico lo que hizo que muchos autores afirmaran que no existía una relación directa entre familia desunida y delincuencia de la mujer excepto en los delitos denominados contra la honestidad (desobediencia, adulterio, abandono del hogar) que casualmente eran por los que mayoritariamente se condenaba a las mujeres.
Algunos trabajos han adoptado un punto de vista menos generalista y centran su estudio en los padres, comparando a los padres de chicas delincuentes con otros padres de chicas no delincuentes llegando así a la conclusión de que los primeros son menos educados, más punitivos y fríos, rechazan con mayor frecuencia a los hijos y tienen un historial de alcoholismo y de criminalidad (las últimas estadísticas demuestran que el 70% de las mujeres que cumplen condena en prisión tienen familiares también en prisión). Dentro de estos trabajos se ha señalado ampliamente la importancia fundamental del papel del padre (más que el de la madre) sobre todo en lo que se refiere a la adquisición por parte de los hijos de conductas de índole delictiva y respecto a las hijas se llega a desprender que una deficiente relación con el padre, donde éste no las quiera, las comprenda o se interesa por ellas, las aboca más frecuentemente a una conducta delictiva que si se mostrara más atento y cariñoso con ellas, esto no conlleva que todas las mujeres que padezcan en su familia esta situación estén abocadas a un futuro de delincuencia pero sí que aquellas que se encontraban inmersas en una espiral delictiva en su mayoría también estaban sumidas en esta situación familiar.
Un hogar desestructurado no lleva solo a la delincuencia, puesto que hay otros muchos factores como la educación, la pobreza, el trabajo, el grupo de pares…, que rodean a la familia y a la mujer que la arrastran a esta situación de marginalidad; existe una gran cantidad de variables y todas ellas pueden (o no) estar integradas dentro del concepto de hogar desunido que podrían llegar a producir una situación de delincuencia, y todos ellos hay que tenerlos en cuenta, no se puede pasar de criminalizar a la mujer por ser mujer (teorías biológicas) a centrarnos en un aspecto único de la sociedad para poder justificar el índice de criminalidad femenino.
Bibliografía
Doctora en Sociología, especializada en desviación social y género.
Especialista en Investigación Criminal.
Apasionada de la justicia y la igualdad.
Intentando continuar la estela de las grandes mujeres y excepcionales penalistas Doña Concepción Arenal y Doña Victoria Kent en la creencia de que el delincuente (y la delincuente) es una persona y por ello su comportamiento y sus necesidades deben ser estudiados, conocidos y de ser posible (en la medida de lo posible) dar una respuesta y solución.