Resumen
“Madre mata a sus hijos por asfixia… Padre decapita a su hija de 18 meses con un cuchillo… Abuelo dispara con una escopeta de caza a su hijo y nietos… Le da una paliza a su novia por salir de casa en mini falda dejándola ciega… Marido asesta 72 puñaladas a su mujer embarazada”…
Todo esto son titulares de sucesos trágicos y que casi siempre relacionamos con la violencia de género y/o doméstica.
Nos empeñamos en mantener precauciones al salir a la calle, cuando cerramos la puerta con cerrojo, al no pasar por una calle poco transitada, mas nuestro enemigo potencial vive bajo el mismo techo. Es uno de nuestros familiares. Es nuestra pareja. Tu madre. Tu hijo. Tu novio…
Artículo completo
Debatidísimo tema, y lamentablemente muy instaurado socialmente, el de la violencia en el seno del hogar es una de las mayores formas de violencia que en el peor de los casos termina con la vida de víctimas de sus “seres queridos”.
No pretendo entrar en estadísticas ni en fatídicos números que nos recuerdan el número de muertes en lo que va de año. Me parece mucho más importante el que se considere a ciertos agresores domésticos como agresores en serie. Afortunadamente el número de denuncias sube, pero a la vez las consecuencias por hacerlo son graves, pues muchas de las víctimas al denunciar se encuentran en lo que se conoce como riesgo extremo.
Como perfilador, elaborar un perfil del agresor de violencia de género sería solo cuestión de porcentajes, edad, condición social, adicción a algún tipo de sustancia… Pero cuando estamos hablando de diversos perfiles de agresor (madre agresora y victima su hijo, hijo agresor y víctima sus padres, cabeza de familia y víctimas resto del núcleo familiar…), debemos observar otras variables.
Casi siempre, el agresor ha sido primero víctima de maltrato o abuso durante la infancia, testimonio de violencia familiar, tiene antecedentes delictivos o toxicológicos él algún miembro de la familia directa, consumo de drogas y alcohol y el más común la celotipia.
Gottman y Jacobson (psicólogos norteamericanos) en su estudio sobre el agresor doméstico afirman que existen dos tipos de agresor: el que es violento solo con aquel que ama y el que es violento con todo el mundo.
En el caso del agresor en serie doméstico el porcentaje es mucho mayor en la primera opción. Los autores afirman que es un claro caso de supremacía hacia lo que “te pertenece”. Y al igual que en otros tipos de delitos o crímenes en serie, el agresor avanza progresivamente en sus conductas.
Normalmente el inicio suele ser el abuso emocional. Insultos, amenazas, gritos… El abuso emocional puede ir combinado por una fase de intimidación en la que el agresor golpea una pared o un mueble, rompe objetos y/o pertenencias de la víctima o comunes… Su ego se alimenta de ésta supremacía y pasa a los insultos, empujones y actos forzados de humillación.
Algunos se detienen ahí. Aunque no por eso no se les pueda incluir en el grupo de agresores en serie doméstica. Muchos de ellos, y sin necesidad de pasar por alguna de las fases anteriormente mencionadas, se convierten abusadores sexuales de sus propios familiares con actos no deseados, violación e incesto. Otros privan a sus víctimas de las relaciones con otras personas incluyendo familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc. pero siempre con el factor de los celos en extremo como justificación de sus actos.
En último lugar se encuentra el agresor que causa daño físico a sus víctimas. Empujones, golpes, estrangulamiento, apuñalamiento, quemaduras… Finalmente les pueden causar la muerte por esa violencia desmesurada y nunca justificada.
A diferencia de otros tipos de seriales, el agresor doméstico no suele padecer una psicopatía. La celotipia, el sentido de inferioridad en espejo o la adicción al alcohol u otro tipo de drogas, suelen ser las causas más frecuentes de agresión doméstica.
Esta problemática, no es solo de los investigadores, policías, y en definitiva, el sistema de justicia. Es una problemática a erradicar entre todos. Así que no hagas caso cuando te digan… “Perdóname… No lo volveré a hacer… Te quiero…”