Resumen
La muerte del terrorista Osama Bin Laden, ejecutada por soldados americanos, y ordenada desde los más altos mandos de la política norteamericana, es un tema de máxima actualidad al igual que de gran controversia: por un lado están los que consideran este hecho como la actuación más brillante en defensa exterior de Obama, y por otro los que creen oportuno reabrir de nuevo la polémica acerca de las “técnicas de investigación coercitivas” que se emplean para extraer a los acusados toda la información que será de especial relevancia bien para capturar presos, localizar enclaves estratégicos o conocer tácticas militares que de otro modo sería imposible averiguar o que al menos llevaría mucho más tiempo siguiendo las medidas convencionales.
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Si bien es cierto que las técnicas de tortura se llevan utilizando desde que el mundo es mundo, con fines muy diversos, su uso actual no deja de ser notable en países que p de su tolerancia, su carácter abierto y democrático y su estricta moral en cuestiones religiosas y políticas. El hecho de que Obama diera su beneplácito para proceder a la ejecución del asesinato de Bin Laden en caso de que los soldados vieran la mínima posibilidad de éxito y la consideración de ésta como la mejor medida tomada hasta la fecha en política exterior, no deja de asombrar a gran parte del colectivo especializado y al común de la población que se debate entre el alivio por la captura del terrorista más buscado de la historia y la estupefacción por saber que técnicas de tortura tan crueles como el “waterboarding” siguen en vigor en apartados refugios de la CIA en países del este y amparados por el gobierno estadounidense y otros tantos que más tímidamente y en voz baja también muestran su acuerdo.
La detención de los terroristas por parte de las fuerzas estadounidenses siempre ha causado una gran expectación en todo el mundo, ya no sólo por el hecho en sí que supone una lucha contra el crimen y una búsqueda de la paz sino por el ulterior tratamiento de los presos y la difusión de diversas imágenes en los medios. La visión horrenda de cuerpos desnudos y atacados por perros o sometidos a vejaciones constantes por los soldados, despierta en el colectivo un morbo nada comparable a otras actuaciones políticas y algunos expertos temen que las fotos de Bin Laden con dos tiros certeros en pecho y cabeza no tardarán en ser difundidas en los periódicos y redes sociales al igual que pasó con el ahorcamiento de Sadan Husein y otras tantas muertes de líderes políticos y religiosos.
El debate está servido y ocupará extensas tertulias, portadas de periódicos y columnas de opinión y sembrará un nuevo punto de discordia entre los grandes partidos políticos, los grupos religiosos y las minorías, aunque sin duda alguna todas las miradas están puestas especialmente en Obama que podría ver de este modo engrosada su popularidad entre los americanos y demostrar que pese a todo sigue siendo el Presidente de la principal potencia mundial, que con sus más y sus menos es depositaria de un sistema de defensa con múltiples clarobscuros y heridas que se abren y siembran la discordia en una sociedad que nunca deja de acostumbrarse a asuntos de política exterior que muchas veces escapan a toda lógica y comprensión posibles.
Jorge Esteban Martín
Criminólogo | Diplomado Superior en Investigación Privada | Director de Seguridad
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