Resumen
Según informes proporcionados en días pasados por la Casa Blanca, Osama Bin Laden, líder de la facción terrorista Al Qaeda murió durante un ataque militar estadounidense. ¿En qué beneficia a la humanidad tal suceso? Al parecer, va a traer una gradual pacificación en la región del Medio Oriente, pues al ser cabeza de dicho grupo, éste sufrirá los efectos de su desaparición. Muchos buscarán el liderazgo de esta organización, lo que redundará en la atomización de sus contingentes, que quizá se enfrenten entre sí en la disputa por el poder supremo. En México se dice que a río revuelto, ganancia de pescadores, y en efecto, si los organismos internacionales de defensa usan bien sus recursos de investigación e inteligencia, podrán echar mano de cada uno de los líderes que eventualmente irán surgiendo, hasta anular la capacidad de acción y actuación de Al Qaeda.
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Esto es en lo concerniente a la psicosis de este brazo armado, pero, ¿qué pasará con la psicosis americana? ¿Quién será el nuevo enemigo, imaginario o real, contra el que habrán de enfocar sus energías y recursos? La doctrina de shock, como le denominara Naomi Klein a las políticas de choque económico y político que usa el gobierno norteamericano para lograr el dominio de ciertas naciones que es conveniente avasallar por razones geoestratégicas, ha surtido ya efecto en el Oriente Medio, tan rico en hidrocarburos como en problemas. Sin embargo, en la región latinoamericana, dicha doctrina apenas está empezando a domar a fieras de gran tamaño, como las FARC en Colombia, o los carteles del narcotráfico en México. No son las drogas el problema, sino el control de ciertos recursos, como los hidrocarburos y el agua. ¿Será Latinoamérica el siguiente enemigo a vencer?
Ni a favor ni en contra, opino que los avances de la izquierda latinoamericana (Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, y otros más en el contexto centro y sudamericano) han traído efectos tanto positivos como negativos para sus pueblos, pero le corresponde a ellos evaluarlos y decidir si continúan o no con dichos regímenes. Nadie, y mucho menos cualquier psicópata intervencionista, debe entrometerse en ello. En México decimos que la ropa sucia se lava en casa, y eso es lo que debe hacer cada nación. El problema es que, con el pretexto (valido o no) de las drogas, cada día interfieren más los norteamericanos en la vida política mexicana, como en su tiempo hicieron en Colombia. El tiempo mostrará que, como ahí, ello no será ni bueno ni malo, sino todo lo contrario (¿¿¿perdón???).
Siempre he pensado que los norteamericanos viven en estado permanente de alerta, peleando contra enemigos reales y con muchos otros que oportunamente se proveen para tener motivos de disputa e iniciar el negocio más lucrativo para ellos: la guerra. Drogas, petróleo, democracia, la excusa es lo de menos. Si logran poner de cabeza un país o una región, lo harán, y como en México, dirán que ellos no son culpables de la violencia que hay en este momento, como supongo que nunca lo fueron en países como Vietnam, Corea, Colombia, o el día de hoy, en el Oriente Medio, y es que como dice la ley de Murphy, donde hay un problema y existen varios culpables de éste, nadie es culpable… Aunque, como los yanquis, ellos produzcan y permitan que se vendan armas como las que están fomentando una guerra de baja pero dolorosa intensidad en México. Psicosis americana, ¿contra quién habrán de redirigirla ahora? ¿Seremos los próximos candidatos a semejante honor?
Bibliografía
Psicólogo y Criminólogo, apasionado del conocimiento, aprendiz del pensamiento y lógicas criminales. Critico del poder.
Pienso que la Criminología es una ciencia quijotesca, siempre se enfrentará con gigantes-molinos de viento, por lo tanto el Criminólogo debería ser un loco sin dios y sin diablo, más cercano a la ciencia que a la política.
Lic. en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Tesis, "Homicidas seriales: una visión sociopsicoanalítica".
Maestro en Criminología y Política Criminal por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE).
Criminólogo en una prisión capitalina mexicana (Reclusorio Sur).