Resumen
El domingo pasado estuve viendo un programa de televisión que me hizo reflexionar bastante, preguntaban a jueces y fiscales ¿si la justicia es igual para todos?. No quiero dar propaganda al programa en cuestión pero efectivamente planteaban que el rico y poderoso es más difícil que entre en prisión y si lo hace será por menos tiempo, mientras que si eres un pobre sin dinero, será el destino más seguro y probable.
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Esta es la idea que el ciudadano normal tiene de la justicia en general y de la penal más concretamente, que hay una justicia para ricos y otra para pobres. Los llamados ladrones de “guante blanco” parecen no pasar nunca por la cárcel y si lo hacen, es en una situación privilegiada y por poco tiempo. ¿Por qué ocurre? Tal y como decía en el programa algún fiscal y algún juez, porque éstos tienen abogados a los que pagan mucho dinero ( para más inri, curiosamente de lo que roban o estafan) para que utilicen todas las “artimañas” legales que retrasen, dilaten, anulen o pongan en duda el proceso penal en curso.
Mientras un delincuente de los que podemos llamar “comunes” tiene escasos recursos precisamente y de forma irónica porque no roban dinero suficiente y por tanto no pueden disponer y pagar los altos honorarios de abogados, más prestigiosos o más “espabilados”.
Entonces está claro de que ¿quién ha hecho la ley ha hecho la trampa? Pues básicamente sí, porque hay una serie de normas legales que permiten jugar con el proceso, pero mi pregunta es ¿sabiendo que son artimañas legales, por qué son permitidas por los operadores jurídicos? ¿No serán que tienen una idea preconcebida de a quién va a juzgar y a unos les aplican todo el “rigor” de la ley y a otros no “tanto”?
No lo sé, pero la realidad está ahí y es muy difícil que así el ciudadano crea en la justicia. Existe otro problema con respecto a estas dos clases de delincuentes, unos roban, estafan a personas de la calle, personas normales, con rostro y con una historia. Los ladrones de “guante blanco” defraudan a la comunidad en general, a todos nosotros pero es más difícil poner cara e historia a las víctimas.
Quizá deberíamos en el futuro estatuto de las víctimas incluir una definición de victimas en sentido lo más amplio posible, incluyendo no solo a las directamente afectadas sino también a las indirectas y a la sociedad en general. Sin embargo, el reproche penal debería ser idéntico porque en ambos casos se está causando un daño a seres humanos, y para mi resulta un plus añadido de reproche, el que personas teóricamente respetables, aprovechen su cargo o posición para “robar” dinero porque en este supuesto, no lo necesitan para subsistir, ni lo hacen por adicción ni para llevar una vida mejor, lo hacen para continuar con sus lujos y dispendios.Realmente no ponen un “cuchillo en el cuello a nadie”, pero juegan con las expectativas, futuro y sueños de mucha gente, algo que puede llegar a ser también muy traumático, aunque nos parezca un delito que no nos afecta.
Y ¿Qué hace el sistema tradicional de justicia penal?
- Pues estos ladrones de categoría, aunque delincuentes al fin y al cabo, se ponen durante todo el proceso en una actitud defensiva. No van a reconocer los hechos, al contrario, lo negaran, trataran de probar su inocencia o justificarse, con el grupo de abogados que contrataron.
- Como la victima es el estado, la sociedad, no se genera empatía hacia estas victimas.
- Reclamaran su inocencia hasta el final y solo cuando vean que no tienen “escapatoria”, será cuando intenten llegar a un acuerdo con la fiscalía, para eludir la cárcel, pero eso si, aun seguirán negando la acusación con dignidad y orgullo.
- Incluso ellos se autoproclamaran como víctimas de conspiraciones y de un sistema penal malo e injusto. Y es que curiosamente y a pesar de este trato de favor, son ellos los que dirán a los “cuatro vientos” que la justicia se ha equivocado, como siempre.
Ante esto somos muchos los que creemos efectivamente que la Justicia penal no debe ser igual para todos. El sometimiento estricto al principio de legalidad era necesario en épocas pasadas, pero en la actualidad es necesario ir un poco más allá y es lo que nos va a permitir una justicia penal con enfoque restaurativo. Me estoy refiriendo no sólo a encuentros restaurativos,que serían posibles y viables aunque este tipo de delincuentes suelen preferir pagar a sus abogados, antes que reconocer los hechos y además muchos que solo creen en la mediación penal, dirían erróneamente que no es posible porque no hay victima. Obviamente claro que hay víctimas y se podría realizar un encuentro restaurativo con cualquier representante de la comunidad (en época de crisis cualquier afectado por desahucios o desempleo, sería una víctima idónea para trasladar al infractor el daño real y palpable que causaron).
Sin embargo, en este caso hablo de una justicia penal con enfoque restaurativo que tenga en cuenta cada caso de forma individualizada, las circunstancias personales y sociales del infractor, el porqué del delito y su génesis, la necesidad o no de cometerlo y su posible arrepentimiento. La Justicia sería más que igual para todos, adecuada a cada asunto, infractor y víctima porque el derecho no son ciencias exactas y dos más dos, pueden no ser cuatro dependiendo del caso y sus circunstancias.
La Justicia Restaurativa permitiría que las distinciones no dependieran exclusivamente de cuanto dinero dispone el infractor para eludir la acción de la justicia, sino de cómo y por qué sucedieron los hechos, dando un plus de valía no ya tanto al arrepentimiento sino al reconocimiento de los hechos y el querer reparar el daño. Claro, si estamos ante infractores con escasos recursos, el querer reparar este daño aunque sea a plazos y en pocas cantidades, es más digno de reconocimiento y de ser recompensado por la Justicia, que el que roba, goza de muchos recursos pero no reconoce ni quiere reparar el daño pero eso si, siempre encuentran la cantidad suficiente y millonaria para pagar la fianza y salir de prisión, a esperar un juicio que se dilatará en el tiempo sine die.
Esto si es una autentica desigualdad ante la ley que pone en un lado a ricos y en otro a pobres. Por eso, la Justicia Restaurativa generaría una desigualdad positiva atendiendo al caso personal y las características de todos los implicados. Es una justicia real, que aún ciñéndose a la ley, utiliza “las mismas artimañas” pero para conseguir un efecto bueno y positivo, sanador y reinsertador. Así las cárceles dejarían de estar llenas de personas de bajo extracto social y sin recursos económicos y se daría entrada al artículo 25 de nuestra constitución para muchos presos, que a buen seguro con una oportunidad para poder cambiar, si lo harían. Y por otro lado, las víctimas no sentirían la frialdad y el abandono de la justicia sino que sus necesidades se habrían atendido.
No soy partidaria de la abolición de las cárceles pero estas deben estar para los delincuentes más peligrosos y de difícil rehabilitación y para todos aquellos que indignamente se “burlan” de la justicia, no reconocen los hechos y se creen superiores a otros delincuentes. Lo que no debería existir tampoco dentro de las cárceles, presos de primera y de segunda categoría.
Por eso es necesario implementar no solo los encuentros restaurativos sino también dar un enfoque restaurativo a la justicia penal, que permita al juez y fiscal, flexibilidad, individualización e incluso la entrada del principio de oportunidad en determinados casos y bajo determinadas circunstancias para que así la justicia no solo sea ajustada a derecho sino también justa y adecuada a la realidad social. Para esto, jueces y fiscales actuarían en colaboración con expertos y funcionarían como restaurativos o terapéuticos. Esto no es tan complicado y parece que muy probablemente con la nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal pueda hacerse realidad.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.