Resumen
El psicólogo Javier Urra sugiere a los “pederastas o violadores en serie el suicidio como salida ética”.
Ciertamente, tras leer esto me surgen muchas inquietudes y preguntas sin resolver. ¿De verdad lo ha dicho o solo era para salir en los medios? ¿Y si lo dice en serio, como puede ser psicólogo?
Realmente que una persona que se dedica a tratar de ayudar en la recuperación y transformación de las personas se dé por vencida, es algo terrible
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Claramente existen infractores con una personalidad de muy difícil pronóstico, sin embargo, nadie dijo que las cosas fueran fáciles. Ojalá viviéramos en un mundo ideal, en los que los “buenos ganan”, los “malos tienen su merecido” pero además después de ser castigados se arrepienten, salen de prisión y no vuelven a delinquir. No obstante esto, generalmente no siempre es así, sino todo lo contrario.
Soy optimista y pienso que el ser humano es bueno por naturaleza, aunque también reconozco que vivimos en un mundo imperfecto, los seres humanos no actuamos de forma racional, generalmente nuestras acciones son mezcla de emociones, intuición y lógica. El aspecto emocional es esencial y no se puede olvidar, esto es lo que nos lleva a encontrarnos con situaciones “imperfectas” al menos teóricamente.
Esto sucede con un infractor de las características mencionadas por el protagonista del titular de prensa. Existen ciertos delincuentes con una personalidad (me estoy refiriendo a los psicópatas) que hace que su pronóstico de reinserción sea complicado. ¿Complicado, si, pero imposible hasta el punto de incitarlos al suicidio? Obviamente que su muerte soluciona el problema inmediato: el riesgo evidente de que haga más daño a otras potenciales víctimas
Sin embargo, ¿qué mérito tenemos si ponemos nuestro interés y esfuerzo en las personas que sabemos fácilmente reintegrables en la sociedad y dejamos por imposible, a los casos complicados? Hasta ahora tenemos claro que estos delincuentes carecen de valores restaurativos esenciales, uno de ellos la empatía, es decir la capacidad para entender y comprender a los seres vivos que nos rodean.
Pero la Justicia Restaurativa tiene mucho que decir en estos supuestos.
Todas las teorías acerca de la justicia como construcciones doctrinales deben ir desarrollándose poco a poco, en el caso de la Justicia Restaurativa esta evolución debería cimentarse en el cambio de dos paradigmas:
1- desde el punto de vista jurídico y como afirma Howard Zehr, el cambio es dejar de centrarnos en el binomio delito- pena y basarnos en el de daño-reparación
2- pero también sería bueno tal y como decía Thomas Kuhn basarnos en un paradigma psicológico-filosófico y en lugar de obligar a la gente a comportarse de manera adecuada ante la amenaza del castigo, se debería alentar el desarrollo de la empatía
La empatía suele definirse como “ponerse en los zapatos del otro”. Es una habilidad que nos permite estar conscientes para reconocer, comprender y apreciar los sentimientos de los demás.
Siguiendo a Thomas Kuhn, y aplicando todo esto a la Justicia Restaurativa, si tratamos de generar empatía en las partes, los beneficios son importantes, por un lado se puede conseguir que el infractor aprenda que no debe delinquir pero no por el temor a recibir un castigo sino porque ha comprendido que con esta actitud está dañando a una persona, a un ser humano.
En estos infractores la Justicia tradicional falla pero por supuesto que de forma teórica también fallaría la Restaurativa porque el psicópata generalmente no tiene miedo al castigo y además tiene una incapacidad de sentir empatía, de sentir el dolor ajeno.
No obstante, los procesos restaurativos como herramientas o métodos para abordar cómo hacer las cosas bien tras el delito son en sí mismos, procedimientos que crean y favorecen el crecimiento de los valores restaurativos (como respeto, responsabilidad, empatía e interrelación) en el infractor, en la víctima y en la comunidad. Son procesos que ayudan a encontrar la humanidad “perdida” u “olvidada”.
Estos procedimientos pueden generar en muchos delincuentes, un punto de inflexión para que tras hacer lo correcto y asumir su responsabilidad, decidan aprovechar la oportunidad para quitarse el “peso del estigma de ser delincuente”. Recuperaran su humanidad porque la sociedad les va a mirar por lo bueno que hagan desde ese momento en adelante. Supone para ellos, una ventana hacia el futuro.
Además las víctimas y la comunidad también recuperan su sentimiento de cierta seguridad y de confianza en la gente que les rodea. Aprenderán a comprender que aunque viven en un mundo imperfecto, no todas las personas son malas o criminales, de esta forma también se reencontraran con su “humanidad” pérdida.
Por supuesto que este punto de inflexión es realmente complicado que se pueda dar en ciertos infractores que carecen precisamente de los valores morales y éticos necesarios para reencontrarse con su humanidad y es complicado además que surja en ellos la empatía, este valor restaurativo esencial. Sin embargo, hablamos desde la teoría, porque vivimos en una sociedad en continua evolución, aunque nosotros nos seguimos anclando en el pasado. Mantenemos, a pesar de los avances que el ser humano no puede cambiar, como dice Daniel Reisel ¿si nosotros damos por perdidos a los psicópatas?, ¿qué motivo tendrían ellos para querer cambiar?
Daniel Reisel estudia el cerebro de los psicópatas y se hace una pregunta: en lugar de almacenar estos psicópatas ¿no deberíamos usar nuestros conocimientos sobre el cerebro para ayudar a su rehabilitación?. Si en el cerebro se pueden crear nuevas conexiones neuronales después de una lesión… ¿podríamos ayudar a los psicópatas a que el cerebro vuelva a crear moral? El tema es difícil de explicar pero es apasionante a la vez, parece que nuestra habilidad para socializar, para conocer y comprender acerca de lo bueno y lo malo se desarrolla en nuestros primeros años de vida. La base de nuestro comportamiento moral es innata.
En nuestro cerebro podemos encontrar la amígdala la cual está íntimamente relacionada con la empatía, cuanto más activa es, más empática es la persona. Los estudios han demostrado que precisamente esta amígdala es deficiente en el cerebro de los psicópatas. A esto también se une el hecho de que muchos de estos delincuentes fueron víctimas y tuvieron una infancia traumática, lo que probablemente hizo que no pudieran desarrollar esta parte del cerebro de forma adecuada y como se hace en la mayoría de los seres vivos, con esto perdieron una oportunidad de que se generara en ellos, los valores morales y sociales que en el común de la población surgen en los primeros años de nuestra vida.
Además hoy en día se ha desterrado la idea de que nuestras neuronas no pueden surgir en la edad adulta aunque es más complicado, la neurogenesis puede darse en los adultos. Con esto no quiero decir que los psicópatas deban eludir la cárcel porque tienen una deficiencia en el cerebro, sin embargo, encerrarlos en la cárcel simplemente, no solo no ayuda a regenerar su cerebro sino que de hecho seguramente los hará más hostiles. En lugar de darlos por irrecuperables, la Justicia Restaurativa y sus procesos ofrecen una oportunidad de hacerlos responsables.
Se ha visto que en un encuentro cara a cara con la víctima, el cerebro del infractor reacciona y la amígdala (responsable de la empatía) responde a los estímulos porque quizá por primera vez, muchos de ellos verán a la víctima como un ser humano con emociones y sentimientos. Sería necesario la cooperación de ciencia y otras disciplinas (Justicia Restaurativa, Criminología, derecho, neurociencia…) para poder seguir investigando como reinsertar a estos psicópatas en la sociedad por ellos mismos, pero también por nosotros y por las víctimas y potenciales futuras víctimas.
Para esto es necesario como dice Daniel Reisel cambiar nuestras propias amígdalas y ver que es posible que muchos puedan cambiar y en este proceso, sin duda, la Justicia Restaurativa es una herramienta eficaz por cuanto favorece precisamente el encuentro del infractor con su humanidad y de paso favorece la reparación y mejor atención de las víctimas.
Una vez más la Justicia Restaurativa se presenta como una herramienta multidisciplinar (no reducida al mundo de la mediación o del derecho) que ayudará a conseguir lo que todos queremos: un mundo mejor
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.