Resumen
Escuchar noticias sobre asesinatos siempre supone una gran tristeza y cierta indignación por no poder asumir el por qué de la maldad….sin embargo se me ponen los pelos de punta cuando el asesinato se ejecuta por el propio estado y en un supuesto acto de justicia. La triste historia que voy a compartir con vosotros, y que seguro, ya habéis oído, se resume así:
“Pese a las voces autorizadas, incluso la Unión Europea intentó evitar la ejecución, una inyección letal ha acabado con la vida de Troy Davis, acusado dematar a un policía de 1989. La ejecución programada se cumplió durante esta madrugada, después de que la Corte Suprema de EEUU, rechazase una apelación de los abogados de Troy Davis de 42 años y raza negra. “No fue mi culpa, no tenía pistola. Soy inocente”, aseguraba Davis antes de recibir la inyección según relataron testigos de la ejecución a la prensa. Siete de los nueves testigos que declararon en su contra en el juicio se habían retractado posteriormente según su defensa. 1269 ejecuciones en 34 estados ha habido en lo que esta vigente la pena de muerte desde 1976.”
Cuando leí esta noticia me acordé de mi época de estudiante y del derecho romano, más concretamente de la definición de derecho, que ya en su día hizo Celso y que aparece en el Digesto “el derecho es el arte de lo bueno y lo justo”. ¿Qué de bueno y justo tiene un asesinato del Estado amparado en que es de justicia cometerlo?
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¿Qué diferencia al Estado del supuesto asesino? Nada en absoluto, es más me parece terrible cometer un asesinato y encima justificarlo diciendo que es lo correcto.
Muchos pensaran… ¿y si te ocurriera a ti? ¿Si te mataran a un ser querido?. Por supuesto que no creo que haya alguien que no haya pensado alguna vez cuando se escuchan noticias de asesinatos…”que le hagan lo mismo” o “muerto el perro se acabó la rabia”. Todos los que nos consideramos un poquito “humanos” hemos pensado que si fuéramos víctimas y alguien matara a una persona cercana, querríamos matar al delincuente incluso con nuestras propias manos. Es normal y lógico. Es lo que se puede esperar tras sufrir el trauma del delito, ya que la ira y la venganza son los sentimientos del primer punto en el camino hacia la superación del daño que el delito nos ha causado.
Pero realmente me pregunto ¿Cuantos de nosotros seriamos capaces de vengar el asesinato de un ser querido, ejecutando directamente a esa persona, con nuestras manos? Porque claro, una cosa es pensarlo y otra hacerlo, yo no sería capaz y estoy completamente segura que casi nadie, ni tan siquiera los familiares de las personas asesinadas de la forma más cruel, podrían matar al asesino ellos mismos. ¿Por qué?
Primero, no todos somos iguales y hacerlo sería ponerse al mismo nivel que el delincuente y segundo, porque por el hecho de hacerlo no se va a recuperar al ser querido y la euforia que en un primer momento puede generar el que se haya cumplido el ojo por ojo, dura poco y una vez que ésta ha pasado, el dolor por la pérdida va a continuar, y es que esto no es hacer justicia ( una necesidad de las víctimas) , es ojo por ojo, y no se saca nada bueno sino sólo muerte.
Pensando de manera egoísta, para mi sería mejor dar una oportunidad a ese delincuente de cambiar y compensar al menos en parte el daño que causó con esa muerte, devolviendo a la comunidad alguna acción buena, esto sí sería una acto de justicia, no muerte por muerte. Y si no fuera posible que el asesino se arrepienta (porque los hay, desgraciadamente) pues por supuesto que la cárcel es el lugar más apropiado, donde puedan saldar su deuda con la sociedad y así evitar que causen más daño.
Me pregunto ¿nadie se ha puesto en el lugar de las víctimas de personas asesinadas? ¿No se produce una revictimización cuando se ejecuta al asesino de tu familiar y automáticamente un montón de gente se lamenta por esta ejecución injusta?
Resulta que el asesino mató a una persona cercana, eras la víctima pero al matar el Estado a este delincuente, lo ha convertido en una víctima igual que la que él asesinó. ¿No es una gran injusticia? ¿Dónde queda el reconocimiento, respeto y protección a las victimas?
Y lo que es más increíble es que el Estado se autoproclama víctima, le quita la oportunidad de superar este rol y mata al asesino sin tener en cuenta a nadie ni nada más. Casi sin darnos cuenta el Estado nos está robando todo: el reconocimiento de ser víctimas y tener la oportunidad de poder superarlo, porque de golpe y porrazo eleva al mismo nivel a nuestro familiar asesinado y a su asesino, y para colmo de males, se supone que lo hace todo por nuestro bien y por justicia. Por lo menos lo podían llamar por su nombre: VENGANZA.
Sin embargo este caso es más complejo, existen muchísimas dudas de que Troy Davis, fuera culpable y a pesar de esto lo han ejecutado sin tener en cuenta lo que en derecho llamamos “in dubio pro reo” y estamos hablando no de un país del lejano Oriente o del tercer mundo, ¡qué va! hablamos de la primera potencia mundial: EEUU.
Además de la gran duda de su inocencia, el hecho de pasar 22 años en prisión ¿no era ya un castigo suficiente, sabiendo que estaba sentenciado a muerte y viviendo con eso,todos estos años?
Mi gran pregunta es a ¿quién cree el Estado que beneficia con la pena de muerte?
Porque si funcionara el efecto disuasorio y preventivo para otros asesinos y delincuentes, EEUU sería un país tan pacifico como idílico para vivir y la realidad no es así. La triste verdad es que se humilla a las víctimas porque se las equipara con los asesinos, supone un elevando coste estas ejecuciones (para muestra California que tiene muchos presos en el corredor de la muerte pero no los ejecuta por ser muy caro), no se saca nada bueno y el Estado se erige como Victima Absoluta, entonces ¿para qué pena de muerte? Claro pero ¿Quién pone el cascabel al gato?
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.